Capitulo
Segundo
West End y East End
Trabajando afuera, aunque en realidad mis maquinas solo daban a la calle, yo
podìa decirme un comerciante de la calle.
Los "comerciantes de la
calle" eran un microcosmos en el West End. Estaban todos y en todos lados:
conductores, pintores, músicos, ladrònes, predicadores, místicos,
hombresándwiches, artistas, proxenetas, prostitutas, nobles decaídos,
limpiadores, entrevistadores, traficantes falsos y reales, publicistas,
rockeros. punkers, traficantes y vendedores de cualquier tipo y mucho más que
eso.
Todos podían encontrarlos en ese microcosmo circular de callejones retorcidos, avenidas, calles secundarias y arterias principales, todos misteriosamente unidos como una red osmótica de vasos comunicantes donde los ríos, arroyos y mares caminan en una doble dirección, sin parar, un cuerpo vivo cuyo corazón palpitante es el West End. En el interior hay una serie aún más intrincada de calles y callejones que se conoce con el
nombre de Soho, donde los proxenetas y las prostitutas (en role profesional y autorizado) tienen su reino.
Las prostitutas solo pueden ser consideradas indirectamente como "trabajadoras
de la calle". En la mentalidad inglesa, de hecho, una "puta en la
calle" es totalmente inconcebible. En Inglaterra, todo lo que se puede
hacer, incluso el sexo, se supone que no se conosca. Cualquier puede hacer cualquiera
cosa, pero se supone que no debe decirlo. Esta actitud, hipócrita y
paternalista, es sin duda un legado victoriano que incluso los movimientos de
liberación de los años sesenta no habían podido barrer. Quien trabaja en la
calle es el proxeneta. El que hace la unión hacia el paraíso de lo prohibido,
bien protegido por los hilos de las tiendas sexy.
Estas tiendas, todas con ventanas opacas, en ese momento totalmente
desconocidas y prohibidas en Italia, tenían licencia oficial para la venta y el
alquiler de video cassettes y revistas pornographicas, pero de hecho, y todos
lo sabían, eran sede de negocios infames, receta ideal para vigilantes
picadores y pervertidos de todo tipo, represiones sado-masoquistas, proporcionados
en la planta baja de prótesis adecuadas para el placer y el dolor (látigos,
vibradores, muñecas inflables y todos los accesorios atractivos de parafernalia
que se puedan imaginar) y apartamentos reservados, salas de proyección, celdas eróticas
con mirilla y más en los pisos superiores.
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