Advertencia
Cuando yo regresè de mi viajes en America hablava un castellano muy pobre y essencial,
nada especial; “un estilo tipico de un camarero”,
me dijo una vez una tia que tenia cursos
para gente que queria hablar con elegancia el primero idioma europeo y
americano.
Me dì cuenta de que yo habia aprendido los fondamentos rudimentarios del
lenguaje querido, con mi abuelita, una viuda que en su vida nunca habia estudiado
el Italiano, con quien había pasado largas horas de invierno, hablando al calor
de la chimenea de mi casa paterna cuando, en esos identicos dias de mi regreso
a Italia, encontrando un Sardo yo le contestaba a sus preguntas en nuestro idioma
isolano, con una mescla de sardo y castellano.
Por otro lado, también es cierto que mi tierra ha estado sujeta a
influencias ibéricas (ambas catalanas y castellanas), durante más de cuatro siglos, mientras que la
familia Saboya se asentó en Cagliari y el resto de la isla recién en 1720.
Entonces me decidì a escribir esta historia en castellano como homenaje a
mi raices antiguas, a pesar de mi limitaciones y de la probeza de mi lengua.
Así que discúlpenme los elegantes amantes del idioma español si decidí
escribir mi historia como la viví: en las calles de Londres.
Como última palabra
quiero decirles a los lectores que he dejado los títulos de los capítulos en
inglés porque saqué esta versión de aquel original.
Prólogo
Mi primera vez en Londres
fue en el 1977. Hace mucho tiempo. Aún recuerdo el día en que aterricé en el
aeropuerto de Heathrow. Fue quando murió
Elvis Presley. Recuerdo desde mi autobús, en el interminable camino de una sola
dirección que me conduciría a la estación Victoria (según el boleto de mi autobús), la marcha de los seguidores
en honor del cantante de Memphis. Tenían
en sus manos signos de su ídolo: "Elvis nunca morirá" o "Elvis
para siempre", "Todavía vives en nuestros corazones" y cosas por
el estilo.
No había sido
realmente muy aficionado a Elvis; seguramente mucho más a Jimmy Hendrix.
Elvis era un mito demasiado controvertido a
mis ojos; un gran cantante, por supuesto, no diría que no.
Pero a veces me
sentía como si hubiera sido explotado por la industria exitosa estadounidense;
ese tipo de negocio capaz de crear (y también destruir, si ellos lo quisieran)
cualquier tipo de mito, cualquier tipo de estrella; '¿ya sabes? Esa clase de
víctima del star system americano como Marilyn Monroe o James Dean.
Yo era bastante
crítico del capitalismo en ese momento. Pero, de hecho, ya tenía demasiados
problemas por mi cuenta para criticar cualquiera cosa.
Entonces Yo era un
joven lleno de esperanza y pena. Iba a Londres a olvidar un amor no
correspondido; o tal vez solo estaba buscando algo que aún no había encontrado.
Había abandonado
los estudios de mi universidad, sin dinero, sin trabajo, sin amor. Solo como
una piedra sola puede ser.
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