domenica 2 settembre 2018

Londres para siempre -2


El lunes siguiente comencé a trabajar para Emilio's Pizza Factory. La fábrica estaba establecida en Farringdon, East London, en algún lugar de Smithfield Rd, si no estoy equivocado. Hicimos pizzas envasadas para grandes mercados, Sainsbury, Tesco, cosas así, si saben a qué me refiero. Todo el personal estaba formado por un pequeño grupo de coptos egipcios, un grupo de muchachos italianos, un viejo portugués llamado Pinto (que a menudo bromeaba con los egipcios en una mezcla de portugués e inglés pero hablaba con evidente pronunciación ibérica) y un anciano retirado Londoner, Jim, que era  capaz de marcar con tres o cuatro “fucks” un discurso de cinco o seis palabras. Fue con él que yo  comencé mi trabajo ese lunes de agosto de 1977. Nuestro deber era cortar el queso cheddar (que reemplazaba a la mozzarella suave italiana en pizzas empacadas, y no solo, como aprendí rápidamente en Londres) y enviarlo arriba, a través del ascensor.
- "Vete a la mierda, y encerra, diablo, la puta puerta! "Solía ​​gritar desde aquel espacio subterráneo, para llamar al ascensor y enviar el queso el viejo Jim.
El queso se guardaba en una nevera grande, allá abajo. El viejo Jim  nunca  me permitió entrar a la nevera. Él lo hizo, todo el tiempo. Estaba almacenado en grandes paquetes de cincuenta libras. El queso lo cortabamos por medio de mangos de madera de hierro afilado, en rebanadas largas y estrictas para triturarlas en el rallador eléctrico antes de enviarlas arriba en grandes cestas de plástico.
Arriba estaba la cadena de producción.
En una batidora eléctrica grande, ponìan harina, levadura, sal y agua. Después de una hora y media, el amasado estaba listo. Luego se tuvo que presionar para obtener una hoja simple de la cual se hiciera  un círculo de cinco pulgadas de diámetro. Con un carro que habían tomado y puesto en el horno durante unos diez, quince minutos. Con los mismos carros, después de la cocción, un tio egipcio  los tomaba
en la cadena de montaje donde la pizza redonda estaba condimentada con jugo de tomate, queso y algunas especias (además de la pizza simple, hicimos champiñones y pimientos amarillos o rojos). Al final, ponìamos un polvo preservativo marrón (el único ingrediente que evitamos cuando, a la hora del almuerzo, hicimos nuestras propias pizzas). Finalmente fueron envueltos en celofán con la marca del vendedor, y buen apetito.
Se trabajaba  desde las ocho a.m. hasta las 4 p.m ..
En ese momento yo tenía una barba espesa y no hablé con nadie, a parte las  pocas palabras con Jim, necesarias para desenrollar el trabajo.
Cuando más tarde hice amistad con los colegas italianos, confesaron haber pensado que yo era una especie de hombre fugitivo, escondiéndome para escapar de alguien o algo así.
De hecho, solo estaba escapando de mí mismo, y era demasiado tímido e inseguro para hacer amistad fácilmente.
Después de un par de meses le pedí al jefe que subiera y él queriò complacerme.


  1. Continuará ...

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